La Gran Depresión, como muchos otros periodos en la historia, es un claro ejemplo de una época en que la crisis económica reavivó un sentido de lo colectivo. La política se centró más en el bienestar común, proliferaron nuevas organizaciones caritativas y la sociedad adquirió nuevos hábitos. En general, sabemos que a medida que las sociedades prosperan, tienden a centrarse más en lo individual que en lo colectivo. Estas tendencias están influidas por decisiones políticas, instituciones y, de hecho, nuevas generaciones nacen y se desarrollan en estos tiempos, pero ¿hay también un componente psicológico en esto, operando a nivel individual? Una reciente investigación de Emily Bianchi de Emory University sugiere que sí – sutiles fluctuaciones en la salud económica nacional, demasiado breves para que la sociedad cambie radicalmente, si nos empujan a cada uno de nosotros a pensar en el “Yo” y “Nosotros” de manera diferente.
Bianchi consideró la tasa de desempleo como indicador económico de referencia. Ella correlacionó esta tasa con muchas variables extraídas de encuestas nacionales y otras fuentes en diferentes periodos de tiempo. Por ejemplo, en una muestra de 112.000 adultos entre 1975 y 2006, los períodos de alto desempleo se caracterizaron por un menor acuerdo con la afirmación «Me gusta diferenciarme de los demás».
En otra encuesta, 20.000 encuestados de los años setenta y noventa afirmaron durante periodos de desempleo alto que los atributos que ellos valoraban en sus hijos estaban más alejados de «pensar en sí mismos» y más cerca de lo útiles que serían para otros y cuánto serían valorados por los demás.
Los resultados fueron más contundentes al estudiar otras variables. Basándose en datos de 262 millones de personas en la base de datos de la Seguridad Social de EEUU, nacidas entre 1948 y 2014, demostró que el nombre más popular en un año determinado, normalmente otorgado a sólo un pequeño porcentaje de bebés, ha tendido a ser aún más común en términos relativos durante los periodos de crisis. La curva de correlación sugiere que hasta un 20% de más chicos reciben el nombre más frecuente, la mitad en el caso de las niñas, en años económicos malos en comparación con años malos. Por ejemplo, en 1982 esto se tradujo en 12.538 Michaels y 18.650 Jennifers adicionales.
Otro curioso análisis examinó las canciones pop más exitosas del año. ¿Son más comunes durante los tiempos de escasez canciones con letras más colectivas, donde predomina el “Nosotros” sobre “Yo”? Pues así es. El análisis de las 10 canciones más populares en ventas de música estadounidense en cada año entre 1980 y 2014 demostró que en los años malos, en comparación con los mejores, hubo un descenso del 21 por ciento en canciones donde se usa el “Yo”, y un aumento del 103 por ciento en aquellas donde predomina el “Nostros”.
¿Por qué ocurre esto? En investigaciones adicionales Bianchi demostró que parece estar relacionado con el hecho de que la mala situación económica provoca incertidumbre psicológica sobre el futuro, nuestros puestos de trabajo y medios de subsistencia. Y cuanta más incertidumbre sentimos, menos tendemos a pensar en nosotros mismos como seres independientes y se reactiva nuestro sentimiento solidario.
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